Daban las 7:30 de la mañana del
Domingo día 3 de noviembre en la calle San Vicente, el convento de San Antonio
de Padua abría sus puertas, al mismo tiempo que el sol abría la mañana con sus
primeros rayos, el cortejo comenzaba a andar por las calles de
una Sevilla, que se disponía para servir de bella y digna alfombra bajo los
pies de la Divina pastora de las almas, una nube de blanco incienso perfumaba
el ambiente y detrás, los ciriales, anunciando el momento mágico, la Madre del
Divino Cordero, La Pastora de nuestras almas irrumpe en la ciudad regalándole
un bello amanecer, como el alba irrumpe en la madrugada para darnos paso a la
luz de un nuevo día, y comienza el Santo rosario.
Evaristo Quiros
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Foto: Francisco Santiago - Artesacro |